En la última Encuesta de Salud Oral se dieron a conocer datos llamativos en cuanto a la prevalencia de la patología bucal y de la asistencia a la consulta del dentista en España. La población sigue acudiendo mayoritariamente al dentista cuando tienen un problema o cuando les duele.  El 2% reconoce que nunca ha ido al dentista y el 15% no ha ido ni una sola vez en los últimos 5 años. El 92-94% de la población adulta tiene caries, y un tercio de los niños de 5-6 también. Del total de caries sólo recibe tratamiento el 12%. A pesar del increible incremento de dentistas en España, que si lo que la OMS recomienda es un dentista por cada 3500 habitantes, aquí tenemos zonas de 1 cada 500; a pesar de la bajada de precios (un empaste en la actualidad ronda los 60 euros, cuando la última vez que hablábamos en pesetas rondaba las 10.000, hace más de una década), los niveles de patología siguen siendo extraordinariamente altos, sobre todo si nos comparamos con países de nuestro entorno.

Seguimos llorando en el hombro de las instituciones pidiendo un numerus clausus, seguimos litigando con intrusos, seguimos quejándonos de la llegada de odontólogos de otros países (por cierto, muchísimas veces infinitamente mejor formados que los de aquí), seguimos implorando que no abran nuevas facultades de Odontología, nos lamentamos porque hornadas de dentistas recién licenciados salen a trabajar al extranjero (oh, Dios mío, con el dinero que cuesta formar un dentista en España!!!!). Nos miramos el ombligo, nos lo miramos mucho, nos lo cuidamos y nos quitamos todas las pelusillas que nos quedan. Nos lo miramos, nos lo tocamos y nos lo rascamos…. y de ahí no salimos.

Con la cantidad de enfermedad que hay por ahí, con la cantidad de pacientes que no se han tratado, con la cantidad de desconocimiento sobre prevención… Además los pacientes cada vez tienen menor poder adquisitivo a y como consecuencia de la crisis económica han acudido y acuden cada vez más a la odontología mutilante de la SS. Más bien parece que deberíamos centrarnos en conseguir cómo toda esa cantidad de personas que nunca acuden al dentista lo hagan cuanto antes mejor para evitar que aparezca la enfermedad, y si aparece, que sea tratable al menor coste posible. Los pacientes que ya acuden a nuestras consultas son una tarta cada vez más pequeña y se reparte cada año entre más y más dentistas. Y no vamos a hacer como que no sabemos lo que significa la palabra “sobretratamiento”, consecuencia de la nefasta situación laboral y de los nulos escrúpulos tanto de dentistas como de empresarios que se aprovechan de éstos. Es paradójico que exista el sobretratamiento en pacientes que acuden al dentista mientras que cada vez hay en realidad más y más patología sin tratar.

En los últimos años, a pesar de todo lo anterior, se han multiplicado exponencialmente los cursos de implantología (últimamente, además, haciendo especial hincapié en la resolución de periimplantitis, que es el propio fracaso de la terapéutica con implantes), haciendo suponer que hay muchísimos odontólogos interesados en el último recurso de rehabilitación de los pacientes. Porque la Implantología es una solución óptima y genial, indiscutiblemente, pero simboliza el fracaso de toda la Odontología: la odontología preventiva, la conservadora, la endodoncia, la periodoncia. El implantólogo llega cuando todo lo demás ha fracasado.
El caso es que cada vez más dentistas se proponen rehabilitar a cada vez menos pacientes. Y pocos parecen darse cuenta de que mientras tanto a esos mismos pacientes les aparecen caries nuevas, nuevos o antiguos problemas periodontales sin resolver. Es muy curioso ver el seguimiento de los casos clínicos que se presentan en las revistas especializadas: cómo se mantienen los implantes pero en los dientes remanentes en la foto inicial había una caries sencilla, luego una obturación oclusal (un empaste sencillo), al colocar la rehabilitación sobre implantes…. en la foto a los cinco años hay endodoncia-perno-corona…. ¿qué ha pasado? ¿quién se ha preocupado de mantener la salud de lo que estaba bien? ¿quién se ha preocupado de que lo que estaba levemente enfermo no empeore? ¿Nadie? ¿Es posible?

Desde mi punto de vista, de dentista-de-a-pie, tan responsable es el dentista como el paciente. Es cierto que hay pacientes que se resisten a utilizar las medidas de higiene, que no son hábiles con el hilo dental, que no prestan atención a cómo se cepillan la boca…pero me encuentro que hay muchos pacientes, también, con tremendas rehabilitaciones hechas ya, que acuden a mi clínica y no es que no se sepan pasar el hilo, ES QUE NO SABEN LO QUE ES EL HILO NI LOS CEPILLOS INTERDENTALES. Han tenido dinero suficiente para hacerse una serie de rehabilitaciones, que implican un montón de citas en consulta, y nadie les ha dicho cómo se mantiene, nadie les ha explicado unas medidas de higiene, nadie les ha dicho que ese trabajo hay que revisarlo periódicamente.
Creo que cometemos muchos errores por omisión, que seguimos trabajando como cuando todo el monte era orégano, como cuando las listas de espera eran de semanas y no de días. Y esos errores los mantenemos y no nos damos cuenta de que ESA es la auténtica crisis en nuestro sector. El paciente termina el tratamiento y cuando ha acabado no sabe dónde son las tres endodoncias que se lleva hechas, si lleva dentro de una muela un “perno” o un “implante” (que para muchos pacientes ambas cosas son tornillos dentro del cuerpo y punto), cómo le afecta su diabetes a la salud periodontal, por qué a su hijo de 9 meses lo tiene que traer a la consulta YA (y no esperar a que le salga el primer diente definitivo, como increiblemente muchos pediatras siguen recomendando). Y esto es EDUCACION SANITARIA.
Un paciente educado es un paciente sano o al menos consciente de la enfermedad y de cómo se pueden prevenir complicaciones como consecuencia de la misma. Y los responsables de la educación sanitaria, a nivel bucodental, somos los dentistas y los higienistas. No puede ser que en España salgan muchísimos más dentistas que higienistas titulados al año. No puede ser que nos sigamos ocupando más de la enfermedad que de la salud, de los implantes que de los cepillos y del hilo.
Mientras esto siga así seguiremos cayendo en picado. Seguiremos haciendo tratamientos que atraen más patología (no es casual que en el índice CAOD puntúe igual un diente obturado que uno cariado, pero actuamos como si un diente obturado puntuara igual que uno sano).
Luchemos por la salud de nuestros pacientes mediante la Odontología Preventiva, que es la única rama de la Odontología que proporciona las armas necesarias para tener salud bucodental. Las demás solucionan problemas, muchas veces creando otros. La prevención sirve para que no aparezcan esos problemas. ¿Por qué hemos olvidado esto?