hipopotamo en el dentista
¿Qué conocimientos tenemos de lactancia la mayoría de los dentistas?

A estas alturas de la vida no me voy a poner a explicar las consecuencias negativas que tiene la lactancia artificial sobre la salud general del bebé y sobre las repercusiones a largo plazo en el adulto. No lo voy a hacer porque hay autoridades mil veces mejores que yo que pueden extenderse menos y hacerlo mejor.
La Odontología es esa rama de la Medicina considerada ajena a la misma, y ni los médicos se acercan a la odontología ni muchos dentistas están interesados en algo que no sea bricolaje dental.
Con lo cual, ojalá venga algún compañero y me contradiga, en la carrera no se estudia nada de lactancia, nada de obstetricia (en otra entrada me extenderé sobre la importancia de la forma de nacer y el desarrollo craneofacial y por tanto bucal), y por lo mismo, en la de medicina no parece que se estudie nada de oclusión o de caries.
Entendamos de una vez que la lactancia artificial con sucedáneo de leche (procedente de vaca, por cierto) es una medida de emergencia, como lo es una cesárea, como lo son unas muletas para el que no puede caminar. Busquemos por qué un niño necesita unas muletas (claro, porque no puede apoyar el pie, pero por qué… le ha picado un bicho en el talón, se ha roto el pie, se lo ha roto porque se le tuercen constantemente, o porque ha dado una patada mal dada, por casualidad pateó un pedrusco, tiene enfermedad de Paget…). Busquemos por qué un niño necesita alimentarse con biberón, por qué no coge peso, por qué duele dar de mamar, o por qué parece que se cansa el bebé. Suplementemos si es necesario y volvamos a amamantar.
Pero así nos va. Si muchos pediatras desconocen temas básicos de lactancia, no os quiero decir los dentistas… Y así les va a nuestros pacientes. Un día sí y otro también me consultan madres con niños con caries, niños que maman, y que lo primero que les han dicho es que son “caries de la lactancia” (toma ya, ahí la primera, lo que siempre se ha dado en llamar muy justamente “caries del biberón” ahora se llama “caries de la lactancia”, como si amamantar y dar el biberón fueran la misma cosa…).

NO ENCUENTRO EVIDENCIA CIENTÍFICA QUE RELACIONE LM Y CARIES

Llevo ya una larga temporada esperando el artículo definitivo. Y lo tienen fácil, de verdad: con lo fácil que es encontrar un grupo de niños que se alimenten exclusivamente de leche materna. Además la inmensa mayoría de ellos la obtienen del envase original directamente mientras que una pequeña parte tienen lactancia diferida. Es decir, se les suministra la leche con algún sistema accesorio (y la toman o con método dedo-jeringa, o con un vasito, etc.), con lo que se podría demostrar si la leche materna en biberón es o no más cariogénica que la procedente del pecho.
Pues señores, cojan un grupo de estos niños, cójanlos con dientes, claro, que quizás no sean muchos los niños con LME que ya tengan dientes, pero estoy segura de que los hay porque yo al hacer historias clínicas me los encuentro de vez en cuando. Estúdienlos aleatoriamente y digan cuántos tienen caries. De verdad, háganlo, señores investigadores, señores catedráticos de universidad, doctorandos y demás. Yo solo soy una dentista de a pie y no tengo una muestra representativa. Niños sanos, no me vayan a seleccionar aquellos que toman medicamentos con sacarosa y los resultados no sean reales.
Hasta la fecha llevo leídos unos cuantos artículos sobre lactancia y caries. Bastantes. Muchos. Todos los que salen y son publicados. Analizados concienzudamente. Y me encuentro que los que dicen que “a partir de los xxx meses la lactancia se asocia con un incremento en el número de caries” se “olvidan” de pequeños detalles, como por ejemplo qué alimentos cariogénicos toma el niño (usualmente se quedan tan anchos preguntando la cantidad de zumos que tomaanl día, como si sólo los zumos de tetrabrick tuvieran azúcares añadidos… se ve que aún no se han enterado de que nuestros niños toman cereales de desayuno, galletas María, yogures de sabores y otras maravillas de la gastronomía industrial). Se “olvidan” de constatar si la higiene dental es correcta, si se utilizan productos fluorados, si el niño respira habitualmente por la nariz u OJO, si aun así mantiene la boca abierta, los labios sin cerrar. Preguntan en cuestionarios “cuántas veces mama el niño por la noche” y no cuántas veces picotea durante el día. Si se ha ido a la cama con la boca lavada a conciencia o si “se cepilla solo”. Se cepillan bien solos y también se cambian el pañal ellos solos y hacen paella los domingos, hombre ya… . Un niño hasta los 6-7 años no tiene la habilidad de cepillarse correctamente. Pregunten también si los padres tienen la boca en perfecto estado de revista o por el contrario tienen caries activas. Los estreptococos no llegan al bebé por generación espontánea.
Todas estas y unas cuantas más son variables que hay que conocer imprescindiblemente antes de decir si la caries la produce o no el mamar.
Muchos autores que están trabajando este campo son brasileños y peruanos, países en los que se llevan a cabo programas regulares de información a las madres sobre salud bucodental en el bebé. Y lo que se ha visto, y lo que se practica en determinadas áreas de estos países a los que tanto miramos a veces por encima del hombro desde nuestra España tan avanzadísima, es que revisando al bebé la boca a pie de cama antes del alta hospitalaria tras el parto, los índices de caries en menores de 3 años (que en España son de casi el 20%) caen en picado. Independientemente de que el bebé mame o no. Y los estudios clásicos sobre caries por supuesto describen descensos brutales de la caries cuando se reducen mucho los azúcares.
En cuanto a los estudios de lactancia y caries, de momento los resultados más concluyentes indican que la leche materna sólo es cariogénica en presencia de otro carbohidrato. O sea, si el niño se acuesta con la boca sucia y tiene restitos de galletas o de pan, esos azúcares fermentarán en la boca produciendo ácidos que corroen el esmalte. Y ese proceso se reactivará cada vez que el niño mama. No digamos si además se queda dormido con la boca entreabierta. Por cierto, pasará exactamente lo mismo mame o no mame el niño.
Los estudios en la naturaleza, pero también en reservas y en los zoos indican que no hay un señor que vaya detrás de los cachorros de los mamíferos limpiándoles los dientes después de cada toma. Y menos aún por la noche.
Los estudios antropológicos de momento, que yo sepa, no han hallado cráneos prehistóricos de niños con caries del biberón. Creo, tengo la sensación nada más, de que es porque no existían los biberones… ni los azúcares industriales.
Mientras no se demuestre seriamente que la lactancia materna produce caries yo me limito a recomendar lo que dicen unos brasileños (Ribeiro y Ribeiro) como conclusión de sus revisiones bibliográficas:
“Debido a los ya bien conocidos beneficios de la LM y la ausencia de evidencia científica consistente en su asociación con la CPI, LOS DENTISTAS DEBERÍAN APOYAR LAS RECOMENDACIONES ACTUALES SOBRE LACTANCIA”. Esas recomendaciones son alimentar al bebé con lactancia materna exclusiva los primeros seis meses, y hasta cumplir los dos años complementar la lactancia con alimentación complementaria. A partir de ahí hasta que madre y niño lo deseen.
PARA SABER MÁS:

http://www.aeped.es/comite-lactancia-materna/documentos/lactancia-materna-y-caries

Ribeiro NM1, Ribeiro MA. Breastfeeding and early childhood caries: a critical reviewJ Pediatr (Rio J). 2004 Nov;80(5 Suppl):S199-210.

Ribeiro NM, Ribeiro MA. Breastfeeding and early childhood caries: a myth that survives. J Pediatr (Rio J). 2009 Sep-Oct;85(5):464-5; author reply 465-6. doi: 10.2223/JPED.1945.
Weerheijm K.L. • Uyttendaele-Speybrouck B.F.M. • Euwe H.C. • Groen H.J. Prolonged Demand Breast-Feeding and Nursing Caries. Caries Res 1998;32:46–50 (DOI: 10.1159/000016429)

http://www.brianpalmerdds.com/caries.htm
Nunes AM1, Alves CM, Borba de Araújo F, Ortiz TM, Ribeiro MR, Silva AA, Ribeiro CC. Association between prolonged breast-feeding and early childhood caries: a hierarchical approach. Community Dent Oral Epidemiol. 2012 Dec;40(6):542-9. doi: 10.1111/j.1600-0528.2012.00703.x. Epub 2012 Jun 23.