viñeta forgesAhora mismo la Odontología es esa rama de la Medicina en la que se admite el “llévese tres y pague dos”, “hágase una limpieza y le regalamos la de su acompañante”, y precios “desde” y asteriscos varios. Ojo con los precios: siempre encontraréis quien os lo haga más barato.

Cuando un paciente busca un dentista hay que tener precaución, porque hay muchas clínicas (mayormente franquicias y aseguradoras, que no son propiedad de dentistas) que no buscan pacientes sino clientes, estrictamente. Clínicas en las que el paciente es dirigido y manipulado para que pase rápidamente por las manos de un dentista, que dictará un plan de tratamiento que rápidamente se transformará en un presupuesto y más rápidamente aún en una extensa gama de opciones y formas de pago, plazos y condiciones varias de financiación. Te explicarán detalladamente cómo abonar el tratamiento pero ya perdiste de vista hace mucho al dentista al que le puedes preguntar sobre opciones del tratamiento, dificultades, expectativas, condicionantes, tiempos de trabajo, etc. La relación dentista-paciente es simplemente inexistente, ya que entre otras cosas los dentistas rotan con una facilidad increíble. Hoy están, cuando te empiezan la endodoncia es otro, te la termina otro, el perno te lo pone otro, la corona otro. Si hay quejas, no tienes ni idea de quién te atendió, ni a quién dirigirla, ni qué esperar si un tratamiento fracasa. Porque eso sí, te han garantizado la prótesis para toda la vida, pero no se han molestado en explicar que entienden por “garantizar” ni por “prótesis”.

No se trata de «abre la boca y cierra los ojos»

En fin, que si quieres tener el control de TU BOCA en TUS MANOS lo primero que tienes que hacer es pensar qué es lo que quieres. ¿Quieres un buen resultado? ¿Lo quieres rápido? ¿Quieres solo una solución de emergencia (por ejemplo porque te pilla en mitad de las vacaciones y no le vas a jurar amor eterno a un dentista que está a 500 km de tu casa)? Sea lo que sea DILO. Pero no se lo digas sólo a la persona que te coge el teléfono, o a la auxiliar que te recibe inicialmente en la clínica. Díselo al dentista, en el gabinete.

Abrir la boca debe ser siempre el último paso. Antes hay que haberlo hablado todo. Qué me pasa, desde cuándo, por qué creo que me pasa, qué otros problemas de salud tengo. Porque la boca no es un órgano aparte. Si tenemos diabetes, enfermedades cardiovasculares, problemas de coagulación, enfermedades infecciosas, si tenemos prácticas sexuales de riesgo, si no pronunciamos correctamente, si tenemos mal sabor de boca, si roncamos, etc, se afecta nuestra salud general y también nuestra boca. En la historia clínica que nos hagan deben reflejarse todos estos datos. Debemos explicar qué queremos conseguir, de cuánto tiempo disponemos, en cuántas citas desearíamos tener terminado el tratamiento. Debemos comprometernos a seguir unos cuidados que el dentista o higienista nos explicará en qué consisten, cómo hacerlo, y cada cuánto tiempo acudir a las revisiones.

¿Cómo identificar un dentista bueno?

No es de recibo, y suele suceder, que vengan pacientes a la clínica con tratamientos tremendos, enormes, costosos, largos… y el paciente no sabe ni lo que lleva hecho, ni cuándo se lo hizo, y muchas veces ni siquiera conoce cómo cuidarse en casa la rehabilitación que lleva. Eso no es culpa del paciente, porque es responsabilidad del dentista explicar hasta hacerse entender. Y eso lleva tiempo. Tiempo que a menos que sea el propio dentista el que gestiona su tiempo, no se ofrece al paciente. No es “rentable”. Los empresarios de clínicas dentales en su ignorancia y avaricia, piensan que el dentista sólo es rentable cuando tiene las manos ocupadas. Pues no es así. Tienes que emplear MUCHO tiempo en mirar al paciente a la cara, sin mascarillas de por medio, entender lo que te dice, tratar de adivinar lo que no te dice por timidez, por miedo, por sentimiento de culpa o por ignorancia simplemente. El dentista va a invadir el espacio íntimo del paciente, va a respirar a pocos centímetros, va a tocarlo, a sentirlo. Si no hay una relación de confianza no se puede esperar el éxito a largo plazo del tratamiento. Porque no puede ser que pensemos, los dentistas, que cuando el paciente se va por la puerta después de finalizar todo, es un “caso terminado” como nos dicen en los cursos. No, es un caso EMPEZADO. Va a empezar a comer, a sonreír, a dormir, a trabajar, a hacerse fotos, a convivir con unos tratamientos que le hemos realizado y que tienen que pasar desapercibidos y no molestar en ningún caso. El éxito se demuestra a largo plazo. Muy largo.

Por tanto, a la hora de buscar odontólogo, guiémonos, en primer lugar, de nuestra intuición. Preguntemos a amigos y familiares “¿oye, tú dónde vas, qué te han hecho, hace cuánto tiempo… ? ¿te han atendido si has sufrido una complicación? ¿te la han resuelto? “. Investiga, pregunta. No te quedes con dudas. Los dentistas trabajamos con gente, y es cierto que es tan estresante como enriquecedor. Al dentista le debe gustar dar explicaciones, le TIENE que gustar que le pregunten detalles sobre lo que se le va a hacer al paciente. No se puede ofender. Si se ofende, es por inseguridad, si su respuesta es “porque lo digo yo que para eso he estudiado”, sal y busca otro dentista. Será por dentistas….

Eres paciente del dentista, no de la clínica.

Acude a dentistas que sepas quiénes son, con nombre y apellidos, número de colegiado, que no te pongan pegas si pides las hojas de reclamaciones, que no te den largas. Que sepas dónde encontrarle si le necesitas. Que le guste su trabajo, que disfrute planificando e imaginando tu sonrisa. Tienes que pasar más tiempo con él que con quien te “vende” el presupuesto. Quien da los presupuestos, hoy en día, suele ser un comercial bien formado, procedente del mundo de las ventas (por ejemplo de las inmobiliarias, de los concesionarios de automóviles…) que no conocen la diferencia entre un diente propio y un implante, y por tanto, y porque saben cómo hacerlo, te contarán las mil y una ventajas de ponerte un implante y no las mil y una ventajas de tener un ligamento periodontal propio, con sus fibras perpendiculares, oblicuas y circulares que hacen de muelle y amortiguan fuerzas entre el diente y el hueso. No le dan valor a la biología y a la naturaleza porque no lo saben, no lo conocen ni les importa. Han estudiado y se reciclan constantemente para encontrar el hilillo del que tirar de tu cartera. Y créeme que lo consiguen. Y cuando sales por la puerta, en efecto, eres “caso terminado”.

Así que busca, pregunta, compara, no tengas prisa. Es una cuestión de salud. La debe resolver un profesional de la salud.