En esta ocasión quiero mostraros los instrumentos básicos para la exploración dental con los que contamos los dentistas.
Una de las cosas que más pánico da, y ya lo digo yo también como paciente, es el gesto del profesional enfundándose los guantes y cogiendo el instrumental de tortura pertinente. Instrumentos siempre de acero, con bordes, filos, puntas y toda suerte de formas amenazantes.
Cuando los conoces de cerca dan menos miedo.
Un día a lo mejor me asomo a los del ginecólogo.
El primer elemento imprescindible y característico de los dentistas es el ESPEJO de exploración. Es un espejo, no es el de Blancanieves aunque dan ganas de preguntarle “espejito mágico, ¿has visto alguna vez una muela más hermosa que ésta?”. Como es pequeño no lo podemos sujetar con los dedos porque se nos escurriría hacia la garganta, así que tiene un mango largo. Ese mango largo tiene una doble función: sujetar el espejo, y dar golpecitos en los dientes cuando tenemos dudas de cuál está enfermo y cuál sano. Suenan diferente. Además los dientes que están mal muchas veces duelen con el simple roce. En esos casos el dentista que golpea con el mango debe ser conducido ante las autoridades pertinentes por tortura.
El espejo lo utilizamos para separar el carrillo y también para reflejar estructuras que con visión directa no se pueden ver. Imaginad lo difícil que es trabajar con un instrumento que gira a toda velocidad y con una punta muy fina, como la turbina, viendo sólo a través del espejo (o sea, en dos dimensiones), en un campo lleno de saliva y agua y a la vez con un aspirador en el lado contrario, con zonas a las que no le llega la luz de la lámpara en las mejores condiciones, intentando tallar una zona que como mucho, COMO MUCHO, es de 1 mm cuadrado. A veces tienes que dejar de respirar para que la propia respiración no altere la precisión de tus movimientos. Ahora imaginad un niño pataleando para hacerle un empaste en la última muela de arriba.
El siguiente instrumento indispensable es la SONDA de exploración. En un instrumento que consta de un mango recto y dos puntas, una en cada extremo, con formas diferentes. Los profanos le llamáis “el gancho ese”.
Sirve para ver la integridad del esmalte, si se clava, si la superficie está áspera, si se engancha en agujeritos que no llegas a ver entre diente y diente. Yo suelo mostrar, sobre todo a los niños, cómo lo voy a utilizar en la uña mía y luego en la del niño. Se coloca de forma oblicua, no perpendicular, no es para clavarlo, ni para pincharlo en el gaznate y tirar hasta el ombligo, no. Pero la cara del paciente es como si viera un gancho de esos en los que cuelgan grandes piezas de carne en las carnicerías o en los mataderos. No. Se ha de utilizar con cuidado, claro, y asegurándose de que el paciente se esté quieto porque accidentes hay, y hay que preverlos y evitarlos.
También nos servimos de unas PINZAS que no tienen misterio alguno, son pinzas que usamos para ayudarnos a poner y quitar cosas de la boca, normalmente rollos de algodón, gasas, transportar materiales diversos en cualquier técnica. Para nosotros son prolongaciones de nuestros dedos.
Y en cualquier dentista serio que se precie hay un elemento que marca la diferencia en los instrumentos, que es el incluir la SONDA PERIODONTAL. Sinceramente, yo solo he dispuesto de éste elemento (en la Facultad considerado de rutina en la exploración, obligatorio y sistemático) cuando he tenido mi propia clínica. En ninguna aseguradora, franquicia o clínica “de otro” que no fuera dentista he tenido este instrumento que es imprescindible. Este cacharro tiene un mango pero una sola punta.
Esta punta no es activa (está redondeada o acaba en una bolita chiquitita), y está milimetrada. Sirve para ver si las encías están inflamadas y cuánto. Las encías no están pegadas absolutamente al diente sino que hay un surco en el que la sonda penetra. La cosa es que también entra la comida, y si el cepillo no la saca de ahí a veces esos restos de comida junto con sales minerales y restos de bacterias acaban formando un depósito sólido, que es el sarro, cálculo para los entendidos. Con la sonda detectamos dónde está y dónde tenemos que eliminarlo. Si no retiramos la placa bacteriana convenientemente, al final la encía protesta y se inflama. Es su manera de defenderse haciendo llegar más sangre y por tanto células que vayan sacando los escombros de ahí. Si la encía está muy inflamada el surco gingival se hace más profundo. Lo normal es 1-2 mm. Por encima de 3 mm es necesario el tratamiento de las encías (raspaje, curetaje). Por encima de 6 mm los problemas ya son bastante graves. Si no utilizamos la sonda periodontal y nos guiamos solo de lo que vemos, pasaremos por alto muchas encías enfermas aparentemente sanas. Esto sucede sobre todo en fumadores, que tienen la respuesta disminuida y si no sondas no parecen enfermas.
En fin, estos son nuestros acompañantes en cada exploración, en prácticamente todos y cada uno de los actos médicos que realizamos. Sobra decir que entre un uso y otro se limpian, desinfectan, embolsan y esterilizan para el paciente
siguiente.
Es muy útil que os hagáis con un espejo desechable, de plástico, que los venden, para poder comprobar si se quedan restos de comida tras cepillar a vuestros hijos (os vais a sorprender). Y así jugáis también con ellos en casa, a los médicos, y así el niño mira los dientes de sus dinosaurios. También sirven para buscar cosas en huecos escondidos, debajo del sofá o en rincones inaccesibles. Imaginación al poder.
Hola! Me encanta el blog, hace tiempo estuve buscando un espejo desechable y no fui capaz de encontrarlo… ¿Dónde los venden?
Muchas gracias
En tiempos lo regalaban con la pasta de dientes Vademécum. A veces los hay en supermercados ALDI. Y en ebay los hay, busca por «dental mirror disposable».
En algunas tiendas de ortopedia también puedes encontrar.
Un saludo y muchas gracias por tu comentario.
Hola Irene, soy una compañera tuya de promoción. Me ha gustado mucho descubrir tu blog. Un saludo.
Hola Eva!!!. Qué ilusión me da siempre reencontrarme con compañeras. Un abrazo 🙂