Por el momento (estamos a 23 de abril) en España seguimos en cuarentena. Eso significa que las clínicas dentales están cerrabiertas, en un limbo raro en el que sólo podemos abrir para urgencias. Somos “esenciales” pero no nos están considerando en absoluto a la hora de conseguir equipos de protección o en la bajada del IVA para el material médico… Si no tenemos EPIs no estamos abriendo. Si tenemos cese de actividad por fuerza mayor tampoco. Los que sí tienen EPIs pueden atender sólo y exclusivamente urgencias.

El Consejo General de Dentistas ha dado directrices claras de lo que es una urgencia, y si consideráis que es vuestra situación, lo recomendable es llamar a vuestro dentista y que os oriente al respecto.

Una vez que todo esto pase, podremos atender con “normalidad”. Y va con comillas porque, desde luego, ni siquiera nosotros sabemos aún qué significará esa normalidad. Muchas cosas son aún muy dudosas, pero algunas sí están absolutamente claras ya, y os las voy a exponer.

Primero se hará un triaje telefónico consistente en una serie de preguntas sobre la salud del paciente. Según las respuestas, se decidirá si se debe dar cita, o se debe posponer.

Si se decide que se puede dar cita, se avisará al paciente que debe venir SOLO (excepto pacientes con discapacidad y niños, que acudirán como máximo con UN acompañante). En la sala de espera no podrán coincidir con nadie. Y si coincidieran, deberán guardar la distancia de seguridad de dos metros. En mi caso, que suelen venir familias con varios hermanos y ambos progenitores, ya les avisaremos pero tendrán que esperar fuera.

Habrán de pagar preferiblemente o por transferencia por adelantado, o con tarjeta contactless pero debemos intentar no cobrar en efectivo como de hecho ya se viene recomendando en cualquier establecimiento.

A la clínica vendrán cepillados de casa (¡¡¡prohibido cepillarse en el aseo de la consulta!!!), y limpios, sin anillos, pulseras, cadenas, pendientes ni maquillaje.

Se les dará cita y no pueden acudir antes. Si llegan antes, tendrán que esperar fuera de la consulta. Se trata de evitar la posibilidad de coincidir con otra persona en la sala de espera.

La sala de espera estará monda y lironda: se acabaron la mesita de centro, las revistas, los cuentos, las máquinas de agua, los floreros, los juguetes, etc. Habrá una silla aquí y otra allá, bien separadas unas de otras, pero el paciente deberá quedarse sentado: no podrá deambular por la clínica.

El olor a lejía y otros desinfectantes lo inundará todo.

Habrá una marca en el suelo señalando metro y medio de distancia con el mostrador de recepción, y habrá que permanecer por detrás de la marca.

El personal iremos con el último modelo de la pasarela Covid19: la recepcionista con gorro, mascarilla y gafas o pantalla. El resto, ataviado de pies a cabeza con nuestras mejores galas de ropa desechable incluyendo mascarillas de alta filtración, doble guante, gorro, y calzas. La comunicación no verbal, al no poder ver la cara del dentista, se va a ver muy mermada, y en niños esto va a ser particularmente estresante.

Al paciente nada más entrar a la clínica, se le tomará la temperatura con un termómetro sin contacto, y si está por debajo de 37.5 C podrá quedarse, y tendrá que higienizarse las manos con gel hidroalcohólico, y se le proporcionarán calzas para los pies. Por encima de esa temperatura, deberemos en la medida de lo posible posponer la consulta.

Dentro del gabinete lo primero será que el paciente se enjuague con una solución de povidona iodada o de agua oxigenada para reducir la carga viral de la boca.

Se intentará en lo posible eludir la formación de aerosoles, procurando no utilizar la turbina, secando con gasas en vez de con la pistola de aire y utilizando todo lo posible el dique de goma. Para optimizar los tratamientos recomendaremos en lo posible trabajar por cuadrantes, es decir, hacer todo lo que podamos en el menor número de citas posible. Deberemos utilizar el aspirador quirúrgico, que es más eficiente que el habitual (también hace más ruido, hay que saberlo).

Cada día, en cada jornada, tendremos que ver muchos menos pacientes de lo acostumbrado. El tiempo entre paciente y paciente, entre otras cosas para procurar la desinfección del aire ambiental, va a ser bastante, bastante, pero bastante más largo del habitual.

Sea como fuere, pocos sitios vais a encontrar más seguros que una clínica dental. Vamos a estar un porcentaje muy importante de la jornada laboral limpiando y desinfectando, desde el teclado de recepción hasta el bolígrafo con el que escribimos.

Si ya de por sí a mí y a mis pacientes nos gusta poco la turbina, torno o como queráis llamarlo, toda esta crisis tan potente va a tener como contrapartida el mayor uso de las técnicas de restauración atraumática, remoción selectiva de la caries, etc. El uso de materiales que frenan el desarrollo de la caries, que preservan y remineralizan la estructura dental dañada, que requieren de eliminar muy muy poco tejido enfermo, va a tomar una relevancia brutal. A eso se une que al ser técnicas poco invasivas no requieren el uso de anestesia, lo cual siempre es un plus, sea cual sea la edad del paciente.

Más que posiblemente, el acudir al dentista se convierta en un lujo más inalcanzable de lo que ya era para muchos. Por eso una de las medidas que espontáneamente van a ir surgiendo es lo de aprovechar todo lo que se pueda en la misma cita. Esto en adultos lo podemos explicar, el paciente lo va a entender y él mismo será el que prefiera venir menos veces y hacer muchas más cosas en cada sesión. En niños muy pequeños o en pacientes de ortodoncia/ortopedia/rehabilitación funcional va a ser más complicado, por no decir imposible en muchísimos casos.

Se me ocurren cosas sobre la marcha, por ejemplo una primera cita con los papás por videoconferencia, en la que en un primer momento el niño no esté (más que nada para que no se aburra), para ir rellenando la historia clínica y hablando con los padres sobre la preocupación que puedan tener respecto a la salud bucodental de su bebé; y luego un ratito ya con el niño presente, que al menos pueda conocer la cara del dentista, la voz, el tono, la forma de expresarse, para que no le pille tan de sopetón entrar en la consulta, donde como os he dicho, la comunicación no verbal se va a perder bastante. Eso nos ayudará mucho también porque viendo al niño, aunque solo sea en vídeo, nos podemos dar cuenta de muchas cosas sobre su estado de salud bucodental.

Desde luego las consultas online (la mía la podéis encontrar en https://www.eboca.net/consulta-online ) van a tomar una relevancia importante y van a convertirse en imprescindibles, casi seguro. De pronto todos nos hemos visto obligados a atender por teléfono, a resolver situaciones que antes no se nos hubieran pasado por la cabeza sin ver ni tocar al paciente. Ahora nos hemos dado cuenta de que podemos avanzar un montón mediante videoconferencias: valorar cómo cepillan los padres a sus hijos en SU ambiente, bastante más normal que el de la clínica, enseñarles cómo colocar al niño para facilitarlo, valorar lo que comen, y cómo mastican… al final en vez de venir el paciente a la clínica, el profesional se introduce en su casa, en su medio.

Bueno, todo va a ir cambiando. No va a haber vuelta “a la normalidad”. O tal vez pase tantísimo tiempo que yo ni lo vislumbro.

Una nueva autopista se abre dirigida directamente hacia la Odontología Preventiva. Ese era el camino, ese siempre ha sido, y ahora sí que no queda más remedio que tomárnoslo en serio.

Imágenes elaboradas por el Consejo General de Dentistas en Colaboración con la Fundación Dental Española y la Sociedad Española de Salud Pública Oral