En estos tiempos de virus, que tienen una predilección especial por quedarse a vivir una temporadita en la boca, es IMPRESCINDIBLE observar unas reglas en cuanto al cuidado del cepillo:


.- Por supuesto, cuando unas cerdas miran a al Mediterráneo y otras al Atlántico, es hora de cambiarlo. Lo suyo es cambiarlo cada 3 meses, pero es verdad que si los niños lo mordisquean, hay que hacerlo antes. Precaución: en críos pequeños mejor tener un cepillo para que lo destrocen a su gusto, y otro, que trataremos con cuidado, que solo lo usará el adulto que cepille al niño.
.- Cambiar el cepillo después de cualquier infección que afecte a la boca, incluyendo gripes, catarros, faringitis u hongos.
.- Mantener el cepillo LEJOS DE LA TAZA DEL VÁTER, y BAJAD LA TAPA DEL VÁTER ANTES de tirar de la cadena. Esos aerosoles vuelan y se depositan en las superficies, incluyendo las cerdas del cepillo.
.- Guardad el cepillo en vertical, y en un armario con puerta, y sin el capuchón, para evitar que aparezcan hongos entre las cerdas (sí, esa especie de roña negra). Muchas veces ponemos los cepillos en el vaso junto con los de toda la familia, y acaban en contacto las cerdas de unos con las de otros. Evitemos esto.
.- Se recomienda, para limpiar el cepillo, sumergirlo media hora en hipoclorito de sodio (lejía Conejo para los amigos) a una concentración de 10 mililitros por litro de agua.

Especialmente en esta pandemia, es importante, sobre todo para las personas de riesgo, mantener una higiene bucal mejor que buena. Cepillo, hilo, alimentación. No es nada nuevo para quienes trabajan en UCI observar que los pacientes que hay que intubar y tienen mala salud bucodental, tienen mucho más riesgo de desarrollar neumonía.

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